Este era para nosotros uno de los viajes más esperados y deseados, así que lo preparamos con mucho tiempo, pero aún así parecía que otra vez habíamos llegado tarde.
Ya el año anterior tuvimos que dejar este viaje porque con 6 meses de antelación no había una sola habitación libre en Rovaniemi, así que en esta ocasión lo adelantamos más aún, casi 11 meses y aún así teníamos pocas opciones de alojamiento en esta maravillosa ciudad del norte de Finlandia.
Todo el mundo nos había recomendado el Hotel Santa Claus y por las Fotos también nos gustaba más, pero fue imposible, no tenían habitación para toda la estancia, así que finalmente decidimos reservar en este hotel, que no tenía mala pinta, las críticas de otros viajeros eran buenas y tenían habitaciones libres.
En Rovaniemi en Navidad no hay ningún alojamiento barato, pero bueno, que le vamos a hacer, al final no salió tan caro, luego nos enteramos que al haber tan pocos hoteles los touroperadores y agencias suelen reservar casi todas las habitaciones todos los años, lo que nos deja pocas opciones a los viajeros independientes.
Reservamos una habitación un poco más cara, pues había opción de otra habitación más barata, pero situadas encima de la discoteca, por lo que preferimos coger una habitación silenciosa.
La llegada hasta el hotel la hicimos en Shuttle Bus desde el Aeropuerto, un trayecto corto y cómodo con un precio de 7 € por cabeza. Sólo otra pareja venía con nosotros al hotel en el bus, lo que facilitó mucho el tiempo empleado en hacer el Check Inn.
Aún así, cuando llegamos el hotel se veía lleno de gente en recepción, se ve que era la hora de salir de paseo El recibimiento en el hotel fue la mar de simpático pues todos los empleados de recepción está disfrazados como elfos dando una imagen muy navideña al hotel, además del resto de la decoración.
El trato no pudo ser más amable, nos dieron nuestra habitación, nos indicaron dónde estaba y nos dieron planos e información sobre la localidad y algunas actividades.
La habitación era sencilla, como viene siendo habitual en los hoteles nórdicos, pero nueva y muy acogedora.
El hotel tiene una categoría de 3 estrellas, por lo que tampoco esperábamos grandes lujos. En este caso teníamos dos camas individuales, el hotel casi no tiene camas dobles, pero se pueden juntar y hacer una “cama de matrimonio”, un escritorio con una silla y un baño bastante raro, cosa que no estamos muy acostumbrados a que salga una ducha del wáter y demás. En general la habitación estaba muy bien y era muy funcional con vistas al río congelado, muy bonito.
El desayuno estaba incluido en el precio el hotel, era tipo buffet, muy abundante y variado, con platos tradicionales finlandeses y mucho donde elegir, te guste lo que te guste, encontrarás algo para desayunar, bollería, pan tostado, mermeladas, fiambres, huevos, salmón ahumado … no puedes quejarte, es un gran desayuno. Y también hay bombones, deliciosos, que no encontramos en ningún sitio para comprar, pero que aún nos hacen soñar cuando queremos un dulce
En el hotel hay también una discoteca y un restaurante tex mex, aunque el restaurante donde sirven el desayuno también da cenas y es como más típico finés. Nosotros cenamos una noche en el Amarillo (el restaurante tex mex) y la verdad que la experiencia fue bastante buena, el trato de las camareras fue excelente, fueron muy serviciales y la comida estaba deliciosa además de tener unas raciones más que generosas.
Sin duda alguna un hotel para repetir y para recomendar sin miedo, cualquiera quedará satisfecho.